El sol quemaba un poco su piel en el patio de psiquiatría.
Nadie la creía, ni sabían quién era Álex. Tal era su nivel de nervios, que en cuanto se recuperó un poco del coma, la trasladaron aquí.
-¿Quieres un cigarro?
Sofía se giró hacía la voz, una chica rubia y muy delgada la miraba fijamente. Tenía extendida la mano con el paquete de cigarrillos y se podían ver diferentes cicatrices, pensó que posiblemente se había intentado suicidar.
Alargó la mano y tomó uno de los cigarrillos. Ella sacó un mechero del bolsillo y se lo encendió. Oyó carraspear a uno de los guardas.
-El guardián de la cripta nos recuerda que debo devolverle el mechero antes de entrar al pabellón loquero -dijo ella mientras se sentaba a su lado en el banco de piedra-.
-No fumo normalmente- Sofía exhaló el humo- mi novio lo odia. Pero, necesito pensar.
-Sí, tu novio es especial.
Abre mucho los ojos. ¿Conoce a Álex? Abre la boca para decir algo más, pero, en ese momento, sale la enfermera y anuncia que es la hora de las visitas.
Cuando llega a la sala, su madre está sentada junto a su padre.
-Cariño ¿Cómo te encuentras? -dice con tono dulce-.
Sofía tiene dos opciones: mentir y decir que está mejor dándoles la razón de que todo ha sido una paranoia o seguir revelándose. ¿De qué serviría? Necesita salir de aquí para buscar a Álex.
-Algo mejor. Aceptando que todo fue una alucinación del coma. Pero, cuesta.
Sus padres sonríen. Tiene que conseguir que la crean para que hablen con el psiquiatra y pueda volver a casa.
-No ha sido fácil para ninguno de nosotros. Queremos que vengas a casa, pero, el doctor dice que aún no estás preparada.
-Me esforzaré más. Quiero recuperar mi vida, mamá.
-Por supuesto. En el trabajo estás aún de baja, pero, hablé con María de recursos humanos y están deseando que vuelvas. Por supuesto, no les he dicho nada de psiquiatría, sólo que te estás recuperando del coma -le coge las manos- tu piso lo han alquilado, sin embargo, tengo tu habitación preparada.
-¿Qué piso?
-¿No te acuerdas? Tu pequeño estudio junto al parque. Veo que aún tendrás que estar un tiempo aquí.
-No -corrige Sofía- tienes razón, mi estudio. Lo siento, será la medicación que me confunde un poco.
Suena el timbre que marca el fin de las visitas. Está deseosa de volver a la zona comuna para ver si localiza a la chica. Pero, la enfermera la conduce directamente a su habitación.
Le da un vasito con las pastillas y espera a que se lo tome. Luego, la deja sola.
La despiertan para su ducha matutina y el desayuno a las siete de la mañana. Cuando llega al comedor, topa con un hombre cubierto con una sábana.
-Cuidado que los elfos te infectan con el sol -chilla y la señala- Vas a ser un elfo. Pobre mi amigo, lo vas a infectar.
Se va corriendo mientras Sofía piensa que está totalmente enajenado. Tiene que centrarse en lo importante.
Vislumbra a la chica sentada en una de las mesas; juega con la comida, pero, no se la come. Se sienta enfrente de ella. Ninguna habla, así que, prefiere ir directa al grano.
-¿Conoces a Álex? -dice Sofía-.
-Sí, le ayudé a entrar en coma. Estaba desesperado por salvarte. Sin embargo, eso fue en otra vida.
-¿Cómo sabes que soy su novia?
-Intuición de una loca, supongo. Él no estaba loco.
-Me encontró, pero, cuando desperté ya no estaba. Ahora, todo el mundo me dice que no existe, que ha sido una paranoia.
-Existir, existe. Tú tampoco estás loca. Pero, para salir de aquí, deberás mentir y mucho. Yo no puedo ayudarte en eso.
-Tranquila, oír que alguien lo ha conocido, ya me tranquiliza.
-Cuando le encuentres, dile que un cigarro no mata a nadie y que sólo intentaba ser simpática.
Costó varias sesiones de terapía para que la creyeran y enviaran a casa. Sus padres no le sacaban el ojo de encima, era difícil escapar. Sin embargo, ideó un plan.
-Mamá, mañana por la mañana me gustaría ir al trabajo, he hablado con ellos para hacerles una visita y hablar de mi reincorporación.
-Vaya, pues mañana tengo clase de yoga y tu padre tiene médico.
-No pasa nada, puedo coger el autobús al centro -su madre dudaba con la mirada- no te preocupes, te llamo en cuanto salga de la reunión.
-Vale. Pero, ante cualquier problema, me llamas sin dudarlo y voy a recogerte con el coche.
El autobús la dejó a dos calles del trabajo de Álex. ¿La estaría esperando tal como habían quedado? Ahora que había recuperado el móvil, había visto que no tenía ni grabado su número y, aunque, se lo sabía de memoria, no se había atrevido a llamarle ni enviarle ningún mensaje.
Llegando a su oficina, el corazón le dio un vuelco cuando lo vio sentado en una cafetería. Mientras se acercaba al aparador, se dio cuenta que no estaba solo. Hablaba animadamente con una mujer morena que le cogía las manos.
Entró y se sentó a varias mesas de distancia.
-Guapa ¿Qué te pongo? -dijo la camarera-.
-Un café con leche, por favor.
Sofía carraspeó y él se fijó en ella con cara de interrogación mientras la mujer morena daba un último sorbo a su bebida y se despedía de él con un beso en los labios.
Se quedaron varios minutos mirándose fijamente hasta que él se levantó con su café y se sentó enfrente de ella.
-No suelo hacer esto, pero, me suenas y no sé de qué te conozco -dijo él-.
-Quizás nos conocimos en otra vida -le contestó-.
-Soy Álex -le tendió su mano-.
-Sofía.
Cuando cogió su mano, ambos sintieron un escalofrío que les recorrió el cuerpo y se resistieron un poco a separarla. Cuando lo hicieron, se miraron cómo si se besaran con la mirada.
-¿Quieres dar un paseo? – preguntó Álex-.
-¿No tienes que trabajar?
-Puedo retrasarlo.
Estaban en el parque donde en otra vida se hubierºan casado. Sofía se sentía muy confundida, él parecía distinto al Álex que había conocido y no sabía quien era ella, aunque, algo le había inclinado a fijarse en ella. Se sentaron en un banco debajo del árbol de la ceremonia.
-Sigo sin saber de dónde te conozco.
-Igual de la sala de conciertos Charlys, suelo ir allí con mis amigas – allí se habían conocido cuando eran adolescentes-.
-Puede ser, suelo ir bastante.
-¿Tienes novia? – mejor valía saber la verdad-.
-Sí. Es la chica que has visto antes, se llama Susana -él bajó la mirada- nos casamos en dos meses.
-Entonces ¿Qué haces aquí con una extraña?
-La cuestión es que no pareces una extraña para mí.
Sofía sonrió y él se fijó en como el sol doraba sus cabellos y su sonrisa. Desde el mismo instante que había posado la mirada en ella, se sentía irremediablemente atraído. Nunca en todos los años que llevaba con Susana, se había sentido así.
Extendió la mano y le cogió uno de los mechones del pelo, luego, movido por esa extraña fuerza atrayente, la besó.
Ese beso lo golpeó profundamente. Mientras profundizaba en sus labios y la abrazaba contra él, sentía que esa extraña era su otra mitad. De pronto, miles de pensamientos confusos acudieron a su mente: vio a Sofía desnuda debajo de él, los dos en un balcón riendo, él abrazándola por la espalda en una cocina, Un libro, alcohol, pastillas, ella conectada a miles de tubos en un hospital.
Se separó bruscamente de ella.
-¿Qué has visto?
-¿Qué ha sido esto? – el corazón le iba a mil por hora mientras se levantaba del banco-.
– Nos he visto situaciones que no he vivido juntos y luego, tú en una cama de hospital.
-Las has conocido, en otra vida estábamos juntos -le coge la mano- en cuanto al hospital, me intenté suicidar y quedé en coma. Tú me rescataste.
-Estás loca -se aleja caminando- debo ir a trabajar. No sé porqué he venido aquí contigo.
-Álex -corre hasta él- mañana estaré aquí a esta hora. Dejo a tu elección si la vida con Susana es la que quieres seguir viviendo o quieres saber nuestra verdad.
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