La rueda del destino V

Álex tiró de Sofía hacía el coche.

-¿Me quieres decir qué pasa? -dijo ella resistiéndose- tengo mis cosas en clase.

Él le puso el móvil en la mano.

-Escribe a Yolanda. Dile que tenemos una emergencia familiar y que te lo lleve todo a casa cuando terminen.

Llegaron al coche y él empezó a conducir sin un rumbo conocido.

Sofía estaba extrañada, no recordaba que Álex nunca la hubiera sorprendido en clase de esa forma.

¿Quizás su mente estaba inventando un pasado alternativo sin tener ella conocimiento de ello?

Finalmente, él paró el coche e hizo que se bajara.

Estaban en el parque donde se casarían en dos años. Sin embargo, no lo iban a descubrir hasta salir del cine en unos meses, sería cuando él le pediría que se casara con ella.

No le soltó la mano hasta que llegaron al mirador, tenían la ciudad a sus pies.

-¿Conoces este sitio? -le preguntó disimulando- Es muy bonito.

-Aquí nos casaremos.

Ya no había dudas. Ese Álex era del 2021.

-¿Cómo has llegado hasta aquí?

-De la misma manera que tú -se sentaron en uno de los bancos- ¿Me puedes explicar por qué querías suicidarte?

Sofía miró alrededor, por suerte, estaban solos.

-Realmente, no lo pensé mucho. Te habías ido y estaba sola con mi culpa.

-¿Crees que debes matarte por nuestra separación? ¿No podías pensar que todo tenía solución si cedíamos un poco?

-Lo pensaba, pero, creí que ya no me querías.

La besó fuertemente. Tuvo que aferrarse a él, estaba mareada. Álex le levantó la barbilla para que lo mirara a los ojos. Se la veía muy perdida.

-Por mucho que nos peleemos o rompamos, siempre serás la única a la que querré con todo mi corazón. Conoces todas mis sombras y no te asustan -volvió a besarla- sé que te sentiste mal con lo que te dije de los hijos, podemos discutirlo.

-No, no quiero discutirlo -dijo ella- esperaré a que los dos estemos de acuerdo.

Avanzaron a través de los arboles cogidos de la mano.

-Sofía, prométeme que, si salimos de esta alucinación -la puso frente a él- pase lo que pase, no lo volverás a hacer. Lo he pasado muy mal pensando que te había perdido para siempre.

-¿Qué ha pasado con mi cuerpo?

-Estás en coma persistente, no saben si nunca despertarás.

-¿Y tú?

-No lo sé, tomé lo mismo que tú. Supongo, que intentarán reanimarme o quizás, moriré.

Ella empezó a llorar.

-Lo he fastidiado todo.

-No. Pero, si me voy, hay algo que debes arreglar -volvió a guiarla hacía el coche- se trata de Ángel, el hijo de la vecina.

Lo miró sorprendida.

-Encontré el diario que estás escribiendo en el azulejo del baño. Sé que le quemaste la moto para evitar que muriera en el accidente. En nuestro presente, no lo recuerdo, por lo que, has cambiado la historia -Sofía sonrió- pero, la has alterado a peor. El próximo día 1 de marzo, en una de sus muchas borracheras y colocado de coca, matará a su madre por no darle dinero para comprar otra moto.

Se apoyó sobre el techo del coche con la cara escondida por sus manos.

-Debes hacer que lo detengan o sacar a la mujer de casa.

-Tendré que intervenir y hablar con la policía, porque, si sólo la quito de en medio, puede intentarlo otro día.


Llegaron al piso y se quedaron de pie besándose.

Álex notaba algo raro en su cuerpo, no le quedaba mucho.

-A parte de lo hemos hablado, debes encontrar la manera de volver en sí. No sé si podré volver a verte y necesito que estés conmigo.

Ella asintió.

-Yo también te necesito.

Sofía lo sentó encima de la cama y le quitó la camiseta y el pantalón.

Acto seguido, se desnudó y se subió encima de sus muslos. Le acarició los pectorales mientras él le succionaba uno de los pezones.

Sin más juegos previos, cogió su miembro y la penetró profundamente.

El dolor se mezcló con la ansía que sentía y no le reprochó nada. Presentía que les quedaba poco tiempo juntos y quería sentirlo en su interior todo lo que pudiera.

Cabalgó a su ritmo, hasta que una salvaje ola de placer, la rompió por la mitad e hizo que se derrumbara encima de él.

Álex la tumbó y procedió a introducirse nuevamente en ella, volvió a despertarse y movió las caderas siguiendo las embestidas rápidas que él marcaba.

Cuando no aguantaron más, se lanzaron juntos hacía el clímax hasta que quedaron tirados en la cama.

Se giró hacía él y puso las manos en su pecho. Álex le pasó el brazo por debajo del cuello y la acercó aún más, haciendo que se quedara profundamente dormida.


Despertó con una mascarilla en la boca que no lo dejaba respirar y se la quitó.

Una máquina que tenía al lado, empezó a pitar como loca y en seguida, apareció una enfermera que se la volvió a poner.

-Señor Rodríguez -dijo una doctora abriéndole los ojos con una linterna- ¿Puede oírme?

Él asintió.

-Hemos podido lavarle el estómago y sacarle casi todo lo que había ingerido. De momento, lo pasaremos a planta y deberá ver a un terapeuta antes que le demos el alta.

Da igual dónde lo enviaran, lo que acababa de vivir no lo creería nadie.


El móvil no dejaba de sonar.

Sofía movió el brazo para alcanzarlo y contestó.

-¿Quién es?

-Me haces venir hasta tu casa que está en el otro lado de la ciudad y ¿No me abres?

-Perdona, no he oído el timbre. Ya voy.

Se levantó, estaba sola.

Empezó a llorar mientras le daba al interfono y dejaba la puerta abierta. Se sentó en el sofá hasta que apareció Yolanda.

-Nena, haces mala cara ¿Es por la urgencia familiar?

-Sí.

-¿Quién ha muerto? -dijo mientras dejaba sus cosas encima de una silla-.

No podía contarle la verdad, así que, dejó volar la imaginación.

-Una tía abuela mía -se limpió las lágrimas- era como una madre para mí.

Pensó que el Álex del 2016 pronto volvería y no podían verse, ya que, si nombraba algo de lo que había pasado en la facultad, no tendría explicación posible.

-Quiero estar sola, si no te importa.

-Está bien, me voy y olvidaré que no me has ofrecido ni un café.

-Gracias, te lo agradezco.

Cuando volvió a estar sola, fue al baño, llenó la bañera y dejó el cuaderno sobre el mármol.

¿Estaría Álex vivo? Esperaba que sí, así que empezó a escribirle.


-No hay nadie ingresado en coma que se llame Sofía.

-Imposible -replicó Álex- debe de haber habido un error. Es mi mujer.

El terapeuta lo miró por encima de la libreta donde estaba anotando la sesión.

-¿Su mujer? Dirá su novia -lo miró extrañado- como todos estos años hemos hablado, murió en el 2016.

Se levantó furioso y tiró unos libros que reposaban sobre la estantería.

-No es posible.

Salió de la sala y fue sorteando todos los que intentaban pararlo hasta la habitación de Sofía, pero, en su lugar, encontró a una mujer mayor que chilló al verlo.

Varios enfermeros lo cogieron por la espalda y le clavaron una jeringuilla.


Al despertar, tenía a la madre de Sofía a su lado cogiéndole la mano.

-Álex, sé que querías mucho a mi hija, pero, ella querría que siguieras adelante.

-No está muerta -susurró él-.

-¿De verdad quieres que te lo explique por enésima vez?

-Por favor.

-La mató Ángel, vuestro vecino -se le cayeron unas lágrimas por el rostro- Sofía se interpuso entre él y su madre en una pelea que tuvieron y le clavó un cuchillo.

Entonces, diciéndole que interviniera, la había guiado a una muerte segura.

Peor no podían ir las cosas. Debía volver a salvarla.

-El doctor nos ha dicho que te quedarás ingresado hasta que seas capaz de ver la realidad -dijo ella- eres como un hijo para mí, sé que cinco años es poco tiempo. Ni yo misma, me acostumbro a la idea que mi pequeña no está, pero, debes hacer el esfuerzo para salir de este pozo.

Le dio un beso en la frente y se fue.

Lo malo del pabellón psiquiátrico, es que no tenía acceso ni a pastillas ni a alcohol en abundancia. Debía encontrar una manera de entrar en coma otra vez y salvarla, sólo le quedaban catorce días.

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